Este recorrido invita al público a revivir las felices horas que transcurrían en la capital francesa al inicio del nuevo siglo, deteniéndose en la Exposición Universal y admirando el florecimiento de las artes, sobre todo el Art Nouveau.
La Exposición Universal inaugurada el 15 de abril de 1900 consagró París, durante algunos meses, como centro del mundo y escaparate del conjunto de las naciones. Su organización, decidida en 1896, condujo a la realización de obras que marcarían el tejido urbano parisino. Para facilitar el acceso a las 120 hectáreas que ocuparía la exposición y la circulación por sus avenidas, se construyeron numerosas infraestructuras como el metro, el puente Alejandro III o las estaciones de trenes de Invalides o de Orsay. Fue la mayor exposición organizada hasta entonces. Bajo el lema «Balance de un siglo», atrajo a 51 millones de visitantes que asistieron a la capital para admirar las obras maestras de todo el mundo, incluidas aquellas enviadas por monarquías que hasta entonces habían dado la espalda a la República Francesa. Las atracciones prevalecían sobre las demostraciones didácticas y la electricidad era más una fuente de excitación que un progreso técnico.
La Exposición, a la que se entraba por la Place de la Concorde, se extendía a ambos lados del Sena hasta Champ-de-Mars y Trocadéro. En el Bosque de Vincennes, un anexo de 110 hectáreas estaba dedicado a la agricultura, al automóvil, a las casas obreras y a los Juegos Olímpicos. Sin embargo, fue en un ángulo de los Champs-Elysées que la ciudad de París instaló su edificio más visible: el Petit Palais.
París, escaparate del mundo
La Exposición Universal de 1900
Las exposiciones universales obedecían siempre al mismo objetivo: mostrar a un público amplio las innovaciones agrícolas, industriales y comerciales. La primera exposición se celebró en Londres en 1851.
«La primera exposición universal organizada en Francia tuvo lugar en 1855; luego habría otras a intervalos regulares, en 1867, 1878, 1889 y 1900. Esta última tenía la particularidad de llevar un nombre: “Exposición Universal de 1900: balance de un siglo”. En realidad, como en 1889 se había cumplido el centenario de la Revolución, con la exhibición de productos industriales, comerciales y agrícolas se pretendía celebrar una historia: la del establecimiento de la República. En 1900, consolidada la República, ya no era necesario probar su legitimidad, por lo que el lema “Balance de un siglo” era de hecho el “balance de una nación” y reflejaba la voluntad de mostrar a París como capital del mundo.» (Dominique Lobstein, comisario de la exposición «Paris 1900, la ville spectacle» en el Petit Palais, en 2014)
Esta exposición universal fue la mayor jamás organizada, extendiéndose por más de 200 hectáreas en el corazón de París y hasta en el Bosque de Vincennes. Así pues, en esta sección, lo invitamos a descubrir todo lo que el público del 1900 pudo ver en este acontecimiento excepcional.
«Veremos, por lo tanto, cosas que no pertenecen directamente a la Exposición Universal en sí: la construcción del metro, ya que la primera de sus líneas se inauguró durante la Exposición Universal, todas las estaciones de trenes que se restauraron, se reconstruyeron o se construyeron incluso para esa ocasión: la reconstrucción de la Estación de Lyon, la construcción de la estación París-Orleans (actual Estación de Orsay) o la construcción de la Estación de los Inválidos. Todos estos lugares van a permitir que el público venga a París y participe en la exposición. También se levantaron edificios efímeros, una gran cantidad de edificios, edificios temáticos y edificios nacionales, todo ello para representa a las naciones participantes, además de tres construcciones perennes: el puente Alejandro III y, a ambos lados de la avenida que se llamaba en aquella época Avenue Nicolas II, hoy Avenue Winston Churchill, el Grand Palais y el Petit Palais.»
Le journal le mieux informé, c'est le Petit Journal. Quatre millions de lecteurs. "Exposition Universelle de 1900"
Le journal le mieux informé, c'est le Petit Journal. Quatre millions de lecteurs - Exposition Universelle de 1900.- Le Petit Palais
Le journal le mieux informé, c'est le Petit Journal. Quatre millions de lecteurs. "Exposition Universelle de 1900. La Porte Principale".
Le journal le mieux informé, c'est le Petit Journal. Quatre millions de lecteurs. "Exposition Universelle de 1900. Le Grand Palais".
Rompiendo con la tradición académica y con los estilos inspirados del pasado, el Art Nouveau se basa en una observación minuciosa del mundo natural, que alimenta su repertorio de formas y ornamentos. Esta corriente internacional cultiva la asimetría y la línea curva, bautizada «golpe de látigo», una corriente que debe mucho al arte japonés, cuyo propulsor más ardiente en París, la casa Bing, en la Rue de Provence, es también el promotor del término «Art Nouveau». Este movimiento, que también afirma como principio la unidad del arte, ejerce su influencia en la mayoría de los ámbitos de la creación, por pequeño que sea. El Castel Béranger, de Hector Guimard, en la Rue La Fontaine, en París, es su mayor expresión arquitectónica, a la que responden como un eco las suntuosas joyas de René Lalique o de Alfons Mucha. Todas estas creaciones reflejan una inventiva única que alcanza hasta las técnicas más tradicionales, del uso del marfil o la encuadernación a la tapicería o las vidrieras.
Gracias a la emulación entre artistas procedentes de Nancy, de Bélgica o del resto de Europa, y a la presencia de una clientela de conocedores apasionados y adinerados, junto a artesanos poseedores de una sólida experiencia, París ofrece al movimiento Art Nouveau internacional, en sus distintas variantes locales, una inmensa difusión que lo llevará a su apogeo, a tal punto que pronto pasará a denominarse «estilo 1900».
París Art Nouveau
Vidriera de la tienda de joyería Fouquet
Vitrail pour la façade de la boutique Fouquet
Vitrail pour la façade de la boutique Fouquet
Vitrail pour la façade de la boutique Fouquet
Art Nouveau : joyas
Pendentif "Chardons"
Pendant "Cascade"
Bague "Insectes"
Peigne "Papillon"
Pendentif "Sycomore"
Fuego y metal
Vase aux aristoloches
Les Nymphes de la Seine et vase de Troyes
Azur
Vase "Les Arbres"
Para la Exposición Universal de 1900, la Tercera República levanta dos edificios que glorifican las bellas artes en el corazón de París, el Grand Palais y el Petit Palais, entre los que se reparte un amplio panorama del arte francés, desde sus orígenes hasta el 1900, en las áreas de las artes decorativas, la pintura y la escultura. Una retrospectiva dedicada a la producción de la última década ocupa un lugar destacado.
La selección de piezas de este panorama no apunta a la exhaustividad, sino a ilustrar la variedad de las corrientes en vigor.
Aunque pareciera que la creación parisina se diluye en variaciones en torno a movimientos del pasado, la enseñanza artística que ofrece la ciudad y la esperanza de exponer alguna obra en los Salones, consiguiendo así un reconocimiento oficial, siguen atrayendo a artistas de todo el mundo. Estos acceden a un mercado del arte en pleno desarrollo, promovido por marchantes de asentada trayectoria como Georges Petit o Durand-Ruel, y por los nuevos galeristas como Ambroise Vollard o Berthe Weill. Las exposiciones colectivas y más aún las individuales se suceden a un ritmo frenético. De ellas surgirán las vanguardias del siglo XX, al margen de las instituciones.
París, capital de las artes
Pinturas y dibujos
En el 1900, París ocupaba el liderazgo en el mundo del arte. En 1874, la primera exposición impresionista había sacudido el arte académico, suscitando la aparición de nuevas tendencias estéticas. Así pues, en el 1900, vemos cómo coexisten toda clase de géneros y estilos.
Rochers et branches à Bibémus
Baigneuses à Perros-Guirec
Hymne à la joie
Maternité
Sphinx ailé accoudé à un rocher
Esculturas y artes decorativas
Buste de femme
Buste de Rodin
Amour et Psyché
Mère et enfant
La puerta monumental que daba acceso a la Exposición Universal estaba presidida por una estatua. La figura de Mariana, símbolo de la República Francesa, había cedido lugar a una parisina vestida por Jeanne Paquin y esculpida por Paul Moreau-Vauthier. El cambio era muy elocuente y marcaba el papel preponderante de este personaje universalmente admirado, que un cronista de la época definía así: «la parisina se distingue de las demás mujeres por su elegancia plena de tacto, que se adapta a cada circunstancia de la vida; sus características son la sobriedad, el buen gusto, una distinción innata y ese toque indefinible que solo encontramos en ella, una mezcla de estilo y modernismo que llamaremos "chic"». Las parisinas de a pie, a imagen de las recaderas de los talleres o las tiendas de moda encargadas de repartir sombreros y otras piezas a las clientas, encarnaban la esencia del buen gusto tanto como la condesa Greffulhe o la duquesa de Guermantes imaginada por Marcel Proust. Por su parte, las clientas extranjeras gastaban su dinero recorriendo los salones de los principales modistos parisinos y hacían una pausa en el estudio de un retratista a la moda que las inmortalizaba con sus nuevos trajes para llevarse de regreso un ápice de esa gloria.
La parisina
El mito de la parisina: el arte del cliché
El mito que nace en torno a la parisina llevará a las mujeres de todo el mundo a viajar a Francia: «Mientras los maridos discuten asuntos de negocios en el Viejo Continente, las mujeres, estadounidenses sobre todo, aunque también sudamericanas, recorren las tiendas de los grandes sastres o los grandes modistos, y las joyerías en boga, para luego regresar a su país con las prendas que solo París es capaz de diseñar, y no únicamente prendas de vestir, sino también zapatos y ropa interior. Montones de cosas como estas conquistaron a las mujeres del mundo entero», señala el historiador Dominique Lobstein.
Parisienne sur la place de la Concorde
Cavaliers et attelages, avenue du Bois.
Redfern
Boléro et morceau de jupe
Jeune femme en robe longue décolletée, avec une mante au col relevé, dite La Parisienne
París de la Parisina
Trottin sur la place de la Concorde par temps de pluie, 1900
"Les Hortensias bleus"
Misti
En soirée - Madame Pascal Blanchard
Quien es la Parisina
Sortie des ouvrières de la maison Paquin
Devant un grand magasin
"Au Printemps"
Comtesse Greffulhe née Elisabeth de Caraman Chimay
Con la modernización del alumbrado público, la noche parisina se convierte en un mundo accesible donde el ocio sucede al trabajo. Aun para los menos favorecidos, el café-concert, el music-hall, los bailes, el circo..., en síntesis, el espectáculo invade la ciudad. París acrecienta su fama de capital de la fiesta, una capital en la que la tentación y la corrupción provocan a la vez el estremecimiento del placer y el del peligro.
Antes de disfrutar de la noche parisina, es habitual aprovechar los placeres y la diversión que ofrece la ciudad. Está bien visto ir al Pré Catelan o al Pavillon d’Armenonville, dos restaurantes en boga donde una sociedad heteróclita y cosmopolita se reúne para mostrarse esperando la hora en que comiencen los espectáculos. En cambio, no queda muy bien llegar justo antes del inicio, mientras que la sala del Teatro de la Ópera de Garnier recién se llena de sus aficionados más fervientes cuando empieza el ballet del segundo acto. En cuanto al cinematógrafo, a pesar de que en esa época era poco más que una atracción, algunos pioneros supieron captar que se trataba de un arte con futuro. Estrellas del escenario como Sarah Bernhardt o Constant Coquelin no dudaron en dejarse filmar en mudo. Y el cine no los decepcionó, contribuyendo hasta nuestros días, de París a Hollywood, a alimentar el mito de la “Belle Époque”, esos años 1900 plenos de optimismo y de un erotismo difuso, en un aturdimiento de música que cubría el más mínimo presentimiento de la masacre que estaba a punto de producirse.
París en escena, París de noche
Los espectáculos nocturnos
Dominique Lobstein nos ayuda a entrar en el universo de la noche parisina: «Durante mucho tiempo, la noche fue el escenario del terror. Ahora, gracias a la difusión del alumbrado eléctrico por todo París, la noche se vuelve amiga y el peligro que antes imperaba se esfuma, por lo que cada vez más gente se atreve a salir de noche. En París, el comienzo del siglo XX fue un momento de una gran euforia erótica, el periodo en que proliferaron los prostíbulos. Un cierto número de espectáculos rayaron en lo erótico. Muchos cafés-concerts o bailes, por ejemplo, ofrecían al público un entretenimiento nocturno un tanto engañoso, que reunía tanto a los aristócratas y a los burgueses como a un público popular.»
Armenonville, le soir du Grand-Prix
Prochainement/Tournée/ DU/ CHAT/ NOIR/ AVEC/ RODOLPHE SALIS
L'HIPPODROME/ Brd de Clichy
Cléo de Mérode au Bois, vers 1900
"Le bal de l'Opéra"
Una noche en Le Pré-Catelan
Esta gran composición —un encargo de Léopold Mourrier, el dueño del célebre restaurante del Bosque de Boulogne, Le Pré-Catelan, inaugurado en 1905— brinda una imagen tardía del París mundano de la Belle Époque. En el centro del cuadro se reconoce a la segunda esposa del pintor, el duque Hélie de Talleyrand-Périgord, y de espaldas a su acaudalada esposa estadounidense, Anna Gould, mientras que entre los comensales, que parecen expuestos en hilera en un escaparate, es posible distinguir al marqués de Dion, pionero de la construcción automotriz e influyente diputado, sentado a la mesa de la derecha, a la bella Liane de Pougy, en el ventanal del centro, y en el de la izquierda, al aviador brasileño Alberto Santos-Dumont. No se sabe si el dueño del cuadro pidió que se representara o no a estos personajes, pero con seguridad debió aprobar su presencia en el lienzo, sobre todo que este se exhibió al público en el Salón de la Sociedad Nacional de Bellas Artes, en 1909. Esta obra ambiciosa tanto por su tamaño como por su encuadre y su iluminación sumamente originales es representativa del sorprendente mestizaje social que ofrecía el París elegante y cosmopolita de aquella época. Un lienzo como este, que reúne a representantes del poderío industrial, del heroísmo deportivo, de la vieja aristocracia y de la burguesía mundana, probablemente no habría podido existir en otro sitio. Mucho más que la expresión triunfal de la gastronomía y del estilo de vida a la francesa, Un soir au Pré-Catelan (Una noche en Le Pré-Catelan) señala un hito en la mitología de la Belle Époque. Después de la primera guerra mundial, Proust dará una imagen sublimada de París en aquella época al describir de manera muy similar el salón comedor del Grand Hôtel de Balbec en A la sombra de las muchachas en flor, salón que compara con «un inmenso y maravilloso acuario» electrificado, delante del cual se precipitaba, como en un espectáculo, la población invisible en la sombra.
Une soirée au Pré-Catelan
Commandée par Léopold Mourrier, le propriétaire du Pré-Catelan, célèbre restaurant du bois de Boulogne ouvert en 1905, cette vaste composition offre une image tardive du Paris mondain de la Belle Epoque. On reconnaît au centre du tableau la seconde femme du peintre, le duc Hélie de Talleyrand-Périgord et, de dos, sa riche épouse américaine, Anna Gould, tandis que parmi les convives, comme alignés en vitrine, on distingue, attablé à droite, le plantureux marquis de Dion, pionnier de la fabrication automobile et député influent, posant à la croisée centrale, la belle Liane de Pougy et, assis à celle de gauche, l’aviateur brésilien Alberto Santos-Dumont. Que le commanditaire du tableau ait choisit ou non ces personnages, il dut en valider la présence, d’autant que la toile fut exposée au public du Salon de la Société nationale des Beaux-Arts de 1909. OEuvre ambitieuse par la taille et par une recherche fort originale de cadrage et d’éclairage, elle est significative de l’étonnant brassage social qu’offre le « Tout Paris » cosmopolite. Une toile mêlant ainsi des représentants de la puissance industrielle, de l’héroïsme sportif, de la vieille aristocratie et une demi-mondaine, n’aurait sans doute pas été concevable sous d’autres cieux. Plus encore que la manifestation du triomphe de la gastronomie et d’un art de vivre à la française, Un soir au Pré-Catelan marque un jalon de cette mythologie de la Belle Epoque. Proust en livrera une image sublimée au lendemain de la Première Guerre, dans sa description, en tout point similaire, de la salle à manger du Grand Hôtel de Balbec dans À l’ombre des jeunes filles en fleurs, comparée à « un immense et merveilleux aquarium » électrifié devant lequel se pressait comme à un spectacle la population invisible dans l’ombre.
Teatro y cine
«París ofrece a los visitantes una gran variedad de lugares de esparcimiento y en especial muchos teatros, no solo clásicos como el de la Comédie française, sino también los llamados teatros de bulevar, adonde el público va a ver obras más ligeras. También hay muchos otros lugares: lugares para bailar, para ver espectáculos de acróbatas, para todo tipo de ocio. En ese periodo se funda la sala de espectáculos L’Olympia, que se adapta a todo tipo de usos y en la que se presentarán los espectáculos más variados. En estas salas de espectáculos se proyectarán también cortometrajes y otras películas. La primera de ellas se proyectó en diciembre de 1895. A partir de allí, el éxito del cine no dejó de crecer a un ritmo desenfrenado. En la Exposición Universal de 1900, era un entretenimiento muy apreciado por todos los parisinos y por los visitantes extranjeros.» (Dominique Lobstein, comisario de la exposición «Paris 1900, la ville spectacle» en el Petit Palais, en 2014)
Une première au théâtre Montmartre (1901)
PHONO-CINEMA-THEATRE/ VISIONS ANIMEES/ DES/ ARTISTES CELEBRES/ Mme. SARAH BERNHARDT/ Mr. COQUELIN AINE/ [...] EXPOSITION DE 1900/ RUE DE PARIS, PORTE 43- PONT DES INVALIDES
LA. DAME. / AUX. CAMELIAS / SARAH BERNHARDT
Voici à l’affiche la plus célèbre actrice de la Belle Epoque : Sarah Bernhardt. Celle qu’on a appelé la « divine » ou encore la « voix d’or » a fait vibrer le public de son temps.
LORENZACCIO/ PIECE EN V ACTES/ D'ALFRED DE MUSSET/ ADAPTATION DE M. ARMAND D'ARTOIS/ THEATRE DE LA RENAISSANCE
Cette affiche résulte d’une collaboration entre l’artiste d’origine tchèque Alfons Mucha et la grande comédienne. À partir de leur rencontre en 1894, chaque affiche que Mucha crée pour Sarah Bernhardt est un portrait d'elle en pied, stylisé.